Personaje de Kaxuki: Nit'Haiah
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Personaje de Kaxuki: Nit'Haiah
Nit'Haiah
Trasfondo
He de admitir... que cuando era una cría, era muy feliz. Estaba convencida de que
era el ser más feliz de toda Gaïa y si alguien me decía lo contrario, le reñía.
Ah, la inocencia, ese don que sólo poseen los niños... ¿por qué tuvo que
cambiar? No sabía que tarde o temprano me sería arrebatada por un suceso del
cual no quiero acordarme.
Vivía en un pequeño pueblo llamado Harem (no intentes buscarlo en un mapa, te
va a resultar muy difícil) con mis padres en una humilde casa que no se
caracterizaba precisamente por sus lujos, aunque teníamos unos vecinos que eran
muy buenos conmigo; yo les tenía muchísimo cariño a todos ellos, solíamos jugar
y hacer fiestas con mucha comida... recuerdo su sabor, ¡estaba riquísima! sí,
¡siempre! Ojala pudiera probar bocado de aquellos tiempos.
Siempre estaba con mis padres, a todas horas, los quería tanto... aunque no era
sólo por eso, no me llevaba muy bien con la gente de mi edad.
Cuando me juntaba con los niños del pueblo, siempre se reían de mí por el color
blanquecino de mi pelo. Vale que destacara porque ellos eran morenitos de piel,
¡pero no era tan feo! Un día me cabreé mucho con ellos, le empujé a uno, a otro
le saqué la lengua y salí corriendo. Cuando me cansé de tanto correr, llegué a
un lugar donde había una fuente llena de peces de colores y me senté en el
borde, jadeando por el esfuerzo mientras trataba de secarme las lágrimas,
aunque no podía parar de llorar.
Qué curioso. En esto que me quedé observando el estanque, 3 peces de color
blanco se acercaron a mí. Parecía que me miraban, mientras no paraban de mover
lentamente sus colas.
Agaché mi cabeza para observarlos mejor. De pronto y conforme me acercaba a
ellos, los 3 sacaron su cabeza del agua y me tiraron un chorro de agua en la
frente. Sorprendida y sin saber que hacer, de nuevo me puse a llorar (tonta de
mí), los llamé tontos y me fui corriendo de nuevo a casa. Mientras corría me
sorprendió ver al girar la cabeza hacia la fuente cómo los 3 pegaban saltos
para poder... creo que verme.
Al llegar a casa, les conté la anécdota a mis padres. Éstos echaron a reír
mientras que mi papi puso su mano cariñosamente en mi cabeza y mi mami decía:
"ay hija mía, lo que te queda por ver y descubrir del mundo". Para
qué nos vamos a engañar, no lo entendí en ese momento.
Otra anécdota curiosa de mis pasados y únicos recuerdos que tengo y que me
lleva hoy a estar aquí, es la siguiente.
La noche previa al día de mi undécimo cumpleaños, no podía dormir: ¡¡¡Estaba
demasiado nerviosa pensando en mis futuros regalos!!! Tras 2 horas de intento
de sueño, me levanté a beber agua y, de camino a la cocina, la puerta del salón
estaba entreabierta y de ella emanaba un poco de luz.
Me asomé un poco y menuda sorpresa me llevé: Vi a mis padres, de rodillas, con
las manos entrelazadas y sus frentes unidas, sonriendo. En sus espaldas se
distinguía claramente un par de alas de luz que se agitaban de forma dulce
y suave. Tras ello, realmente sorprendida, me fui de nuevo a dormir... aunque
en ese momento aún podía dormir todavía menos que antes.
Al día siguiente tenía unas ojeras que me llegaban hasta el suelo. Mis padres
me felicitaron (¡¡ya ni me acordaba!!) y como soy como un libro abierto,
enseguida supieron que me pasaba algo. Me preguntaron y tras remolonear un
poco, les conté lo que había visto la noche anterior.
Me sorprendió que ni se inmutaran, sólo se limitaron a sonreírme y tras una
pausa, empezaron a contármelo todo... que no éramos como el resto de los
habitantes del pueblo (aunque yo eso ya lo intuía...), sino seres especiales,
aunque realmente desconocíamos de dónde proveníamos ni quiénes éramos. Lo único
que sabíamos era que llegado el momento tendríamos que cumplir nuestro destino
en la vida.
Tras preguntarle si nosotros 3 éramos los únicos de nuestra raza, papá miró a
través de la ventana y mamá me dijo que no, que éramos pocos pero se dice que en
unas montañas del Norte de Gaïa habitaba gente de nuestra especie, incluso
familia nuestra, aunque ella nunca la había conocido.
Tras ello, llamaron al timbre de la puerta y ahí acabó la conversación. Los
vecinos habían llegado; corriendo fui a abrir la puerta con una sonrisa y dije:
"¡¡¡¡hola!!!!". Era un día muy feliz. Fue el último día feliz de mi
vida.
Pasaban las horas y comía muy deprisa, me atraganté un par de veces, pero es que
estaba deseando abrir los regalos. Al terminar, mis amigos y yo fuimos a la
mesa donde estaban amontonados un montón de regalos. Comencé a abrir uno
mientras mi gente me cantaba el cumpleaños feliz.
El primer regalo, fue el de mis padres. “Qué extraño” pensé. Era una espada de
color blanco con un símbolo parecido al de una cruz en la empuñadora. “Te
servirá, cuídala bien” me dijeron.
Aunque no me lo esperaba, me hizo mucha ilusión. Me até el cinturón a la cintura y la
espada en él. Sin más dilación, comencé a abrir mi segundo regalo... aunque
nunca supe qué fue.
De pronto, apareció: en el cielo, una figura con forma humana de color negro
levitaba delante del sol. Los acontecimientos fueron muy rápidos.
Conforme ese ser dijo la palabra "morid", el cielo se tornó color
naranja oscuro y empezaron a caer del cielo bolas enormes de fuego que
empezaron a arrasar el pueblo. Una tras otra, como si fueran imágenes, veía
caer destruidas las casas de mi gente, los bosques, los caminos... mis
regalos... a ellos...
Una bola se dirigía a mí a toda velocidad. Segundo tras segundo, notaba el calor
más y más intenso en mi piel, pero estaba tan paralizada que no podía hacer
nada. Me resigné, cerré los ojos mientras las lágrimas caían. Era el fin, pero,
¿por qué?
De pronto, noté un brusco y fuerte golpe en mi hombro derecho que me hizo caer. Me
desmayé.
Abrí los ojos. No sé por cuánto tiempo estuve dormida ni cómo es que seguía viva...
aún dolorida, me incorporé como pude, aunque creí que era una pesadilla: todo,
absolutamente todo estaba arrasado, de las casas sólo había escombros negros y
pequeños incendios de lo que pasó. "¡¡¡¡Maldición!!!!! ¿¡Qué ha pasado?!
¡¿Por qué?!" grité mientras daba un fuerte golpe en el suelo. Fue cuando
me di cuenta que a mi lado había un pequeño cuerpecito blanco, como si fuera un
pez, como los que había en aquella fuente. Lo recogí delicadamente y viendo que
no tenía vida alguna, me eché a llorar.
No sé si fue magia o qué, pero el pez lentamente se transformó en un colgante
mientras una misteriosa aura blanca emanaba de él dirección al cielo. Fue
cuando lo supe: no podía quedarme de brazos cruzados, tenía muchas preguntas
cuya respuesta de algún modo tenía que descubrir.
Destrozada, me abroche el colgante al cuello y sin demorarme, comencé mi viaje. ¿A dónde?
no lo sé, al lugar donde encuentre a los míos en aquellas montañas del Norte de
Gaïa y a encontrar a ese ser que destruyó mi vida. Que sea el destino quien
decida a quién encontraré primero ante mis ojos. Por eso estoy hoy aquí 4
años después, buscando mi destino.
Trasfondo
He de admitir... que cuando era una cría, era muy feliz. Estaba convencida de que
era el ser más feliz de toda Gaïa y si alguien me decía lo contrario, le reñía.
Ah, la inocencia, ese don que sólo poseen los niños... ¿por qué tuvo que
cambiar? No sabía que tarde o temprano me sería arrebatada por un suceso del
cual no quiero acordarme.
Vivía en un pequeño pueblo llamado Harem (no intentes buscarlo en un mapa, te
va a resultar muy difícil) con mis padres en una humilde casa que no se
caracterizaba precisamente por sus lujos, aunque teníamos unos vecinos que eran
muy buenos conmigo; yo les tenía muchísimo cariño a todos ellos, solíamos jugar
y hacer fiestas con mucha comida... recuerdo su sabor, ¡estaba riquísima! sí,
¡siempre! Ojala pudiera probar bocado de aquellos tiempos.
Siempre estaba con mis padres, a todas horas, los quería tanto... aunque no era
sólo por eso, no me llevaba muy bien con la gente de mi edad.
Cuando me juntaba con los niños del pueblo, siempre se reían de mí por el color
blanquecino de mi pelo. Vale que destacara porque ellos eran morenitos de piel,
¡pero no era tan feo! Un día me cabreé mucho con ellos, le empujé a uno, a otro
le saqué la lengua y salí corriendo. Cuando me cansé de tanto correr, llegué a
un lugar donde había una fuente llena de peces de colores y me senté en el
borde, jadeando por el esfuerzo mientras trataba de secarme las lágrimas,
aunque no podía parar de llorar.
Qué curioso. En esto que me quedé observando el estanque, 3 peces de color
blanco se acercaron a mí. Parecía que me miraban, mientras no paraban de mover
lentamente sus colas.
Agaché mi cabeza para observarlos mejor. De pronto y conforme me acercaba a
ellos, los 3 sacaron su cabeza del agua y me tiraron un chorro de agua en la
frente. Sorprendida y sin saber que hacer, de nuevo me puse a llorar (tonta de
mí), los llamé tontos y me fui corriendo de nuevo a casa. Mientras corría me
sorprendió ver al girar la cabeza hacia la fuente cómo los 3 pegaban saltos
para poder... creo que verme.
Al llegar a casa, les conté la anécdota a mis padres. Éstos echaron a reír
mientras que mi papi puso su mano cariñosamente en mi cabeza y mi mami decía:
"ay hija mía, lo que te queda por ver y descubrir del mundo". Para
qué nos vamos a engañar, no lo entendí en ese momento.
Otra anécdota curiosa de mis pasados y únicos recuerdos que tengo y que me
lleva hoy a estar aquí, es la siguiente.
La noche previa al día de mi undécimo cumpleaños, no podía dormir: ¡¡¡Estaba
demasiado nerviosa pensando en mis futuros regalos!!! Tras 2 horas de intento
de sueño, me levanté a beber agua y, de camino a la cocina, la puerta del salón
estaba entreabierta y de ella emanaba un poco de luz.
Me asomé un poco y menuda sorpresa me llevé: Vi a mis padres, de rodillas, con
las manos entrelazadas y sus frentes unidas, sonriendo. En sus espaldas se
distinguía claramente un par de alas de luz que se agitaban de forma dulce
y suave. Tras ello, realmente sorprendida, me fui de nuevo a dormir... aunque
en ese momento aún podía dormir todavía menos que antes.
Al día siguiente tenía unas ojeras que me llegaban hasta el suelo. Mis padres
me felicitaron (¡¡ya ni me acordaba!!) y como soy como un libro abierto,
enseguida supieron que me pasaba algo. Me preguntaron y tras remolonear un
poco, les conté lo que había visto la noche anterior.
Me sorprendió que ni se inmutaran, sólo se limitaron a sonreírme y tras una
pausa, empezaron a contármelo todo... que no éramos como el resto de los
habitantes del pueblo (aunque yo eso ya lo intuía...), sino seres especiales,
aunque realmente desconocíamos de dónde proveníamos ni quiénes éramos. Lo único
que sabíamos era que llegado el momento tendríamos que cumplir nuestro destino
en la vida.
Tras preguntarle si nosotros 3 éramos los únicos de nuestra raza, papá miró a
través de la ventana y mamá me dijo que no, que éramos pocos pero se dice que en
unas montañas del Norte de Gaïa habitaba gente de nuestra especie, incluso
familia nuestra, aunque ella nunca la había conocido.
Tras ello, llamaron al timbre de la puerta y ahí acabó la conversación. Los
vecinos habían llegado; corriendo fui a abrir la puerta con una sonrisa y dije:
"¡¡¡¡hola!!!!". Era un día muy feliz. Fue el último día feliz de mi
vida.
Pasaban las horas y comía muy deprisa, me atraganté un par de veces, pero es que
estaba deseando abrir los regalos. Al terminar, mis amigos y yo fuimos a la
mesa donde estaban amontonados un montón de regalos. Comencé a abrir uno
mientras mi gente me cantaba el cumpleaños feliz.
El primer regalo, fue el de mis padres. “Qué extraño” pensé. Era una espada de
color blanco con un símbolo parecido al de una cruz en la empuñadora. “Te
servirá, cuídala bien” me dijeron.
Aunque no me lo esperaba, me hizo mucha ilusión. Me até el cinturón a la cintura y la
espada en él. Sin más dilación, comencé a abrir mi segundo regalo... aunque
nunca supe qué fue.
De pronto, apareció: en el cielo, una figura con forma humana de color negro
levitaba delante del sol. Los acontecimientos fueron muy rápidos.
Conforme ese ser dijo la palabra "morid", el cielo se tornó color
naranja oscuro y empezaron a caer del cielo bolas enormes de fuego que
empezaron a arrasar el pueblo. Una tras otra, como si fueran imágenes, veía
caer destruidas las casas de mi gente, los bosques, los caminos... mis
regalos... a ellos...
Una bola se dirigía a mí a toda velocidad. Segundo tras segundo, notaba el calor
más y más intenso en mi piel, pero estaba tan paralizada que no podía hacer
nada. Me resigné, cerré los ojos mientras las lágrimas caían. Era el fin, pero,
¿por qué?
De pronto, noté un brusco y fuerte golpe en mi hombro derecho que me hizo caer. Me
desmayé.
Abrí los ojos. No sé por cuánto tiempo estuve dormida ni cómo es que seguía viva...
aún dolorida, me incorporé como pude, aunque creí que era una pesadilla: todo,
absolutamente todo estaba arrasado, de las casas sólo había escombros negros y
pequeños incendios de lo que pasó. "¡¡¡¡Maldición!!!!! ¿¡Qué ha pasado?!
¡¿Por qué?!" grité mientras daba un fuerte golpe en el suelo. Fue cuando
me di cuenta que a mi lado había un pequeño cuerpecito blanco, como si fuera un
pez, como los que había en aquella fuente. Lo recogí delicadamente y viendo que
no tenía vida alguna, me eché a llorar.
No sé si fue magia o qué, pero el pez lentamente se transformó en un colgante
mientras una misteriosa aura blanca emanaba de él dirección al cielo. Fue
cuando lo supe: no podía quedarme de brazos cruzados, tenía muchas preguntas
cuya respuesta de algún modo tenía que descubrir.
Destrozada, me abroche el colgante al cuello y sin demorarme, comencé mi viaje. ¿A dónde?
no lo sé, al lugar donde encuentre a los míos en aquellas montañas del Norte de
Gaïa y a encontrar a ese ser que destruyó mi vida. Que sea el destino quien
decida a quién encontraré primero ante mis ojos. Por eso estoy hoy aquí 4
años después, buscando mi destino.
Última edición por Kaxuki el Dom Sep 21, 2008 4:26 am, editado 3 veces
Re: Personaje de Kaxuki: Nit'Haiah
Ficha
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Última edición por Kaxuki el Sáb Sep 27, 2008 6:05 pm, editado 2 veces
Re: Personaje de Kaxuki: Nit'Haiah
Ficha
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Última edición por Kaxuki el Dom Sep 07, 2008 5:07 pm, editado 1 vez
Re: Personaje de Kaxuki: Nit'Haiah
Ficha
|
|
|
Grimoriode Magia | |||||
Víade Agua | |||||
Conjuro | Nivel | Tipo | INT x | Mant. | Zeon |
Manantial | 2 | Efecto | 20 | 1c10 (D) | 30 |
Detener Caida | 1-10 | Efecto | 20 | 1c10 | 40 |
Crear Frio | 6 | Efecto | 10 | 1c10 (D) | 30 |
Atar | 1-10 | Efecto | 10 | No | 40 |
Capacidad Acuatica | 10 | Efecto | 20 | 1c10 (D) | 50 |
Inmunidad al Frio | 12 | Efecto | 20 | 1c20 (D) | 50 |
Víade Creación | |||||
Conjuro | Nivel | Tipo | INT x | Mant. | Zeon |
Creación Menor | 2 | Efecto | 10 | 1c3 | 30 |
HechizosSueltos | |||||
Conjuro | Nivel | Tipo | INT x | Mant. | Zeon |
Coraza (Tierra) | 26 | Defensa | 10 | 1c5 (D) | 80 |
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