Trasfondo de Gaïa
Página 1 de 1.
Trasfondo de Gaïa
A continuación os dejo un resumen del trasfondo de Gaïa, está extraído del libro Gaïa Vol 1 y es una versión resumida y adaptada, si queréis ver la versión completa os recomiendo comprar el libro que es de una calidad excelente.
TRASFONDO:
A penas se recuerda nada de las eras anteriores a la llegada de Abel, y pocos son los fragmentos que se conservan de esa caótica era de orígenes inciertos, aunque todos los documentos coinciden en que la llamada Era del Caos comenzó tras unas guerras apocalípticas conocidas como la Guerra de la Oscuridad.
Durante esa época se dice que los seres que hoy pueblan nuestras fantasías caminaban en Gaïa junto al hombre.
Fue en esa época de confusión cuando apareció Abel, el que estaría destinado a salvar a toda la humanidad.
Abel apareció por primera vez en Netzath, una pequeña aldea El Dominio que estaba siendo atacada por una pequeña compañía militar. Fue caminando lentamente hacia el capitán de los soldados sin que nadie le atacara y dijo: "Hoy se inicia una nueva era." Con esas palabras pasó a la historia.
El capitán quedó sobrecogido por el niño y decidió seguirle allá donde fuese convirtiéndose en el primero de sus discípulos, y posteriormente apostol. Ese hombre era Pietro Giovanni. Por donde pasaba Abel las personas abandonaban sus conflictos siguiendo las enseñanzas de un Dios que nos otorgaba el poder sobre la vida y la muerte. En su filosofía no cabían la magia ni lo sobrenatural, considerados los culpables de todos los males de la humanidad.
Cuando estaba por cumplir 16 años un grupo de personas contrarias a su filosofía decidió eliminar a Abel. Mientras preparaba un discurso ante un gran número de personas la Orden de Yehudah decidió atacar desplegando un gran poder. Pero Abel cogió una espada y se enfrentó a ellos, sus palabras fueron: “Pobres. En cierta manera siento lástima de ellos. Jamás entendieron a lo que se enfrentaban.”
La actitud de Abel cambió en ese momento y su beligerancia creció, los reinos caían a sus pies y los emperadores entregaban sus coronas. Sólo una nación plantó cara a Abel: El Imperio de Solomon. Además los propios dioses vieron con preocupación el alzamiento de este joven, y a las puertas del Pico del Mundo Abel se enfrentó a Fenrisulf venciéndole y derramando la sangre de un dios, desde aquel momento fue ungido por Saulo, el sumo sacerdote de los Falos Ídolos, y se le conoció como el Cristo.
Las demás razas intentaron pactar con Abel, pero fueron rechazadas, sólo los Duk'Zarist se le opusieron hasta que Abel logró introducirse en la capital flotante de los Duk'Zarist. Esto despertó la curiosidad de su emperatriz quien se entrevistó con él y terminó accediendo a no intervenir en los asuntos de los hombres.
Tras asegurar todas sus fronteras, Cristo volvió a Solomon. Los ejércitos del mesías lograron llegar a las afueras de su capital sin demasiadas dificultades, y allí acamparon. Esa noche el mesías cenó con sus discípulos y se sabe que mantuvo una conversación con Pietro Giovanni y con Iscariote Sith, sus seguidores más cercanos, nadie sabe lo que hablaron.
Iscariote dirigió a Abel hacia la Colina de los Lamentos donde una guarnición esperaba para apresarle, obteniendo como pago treinta piezas de metal negro. A la mañana siguiente, Cristo apareció crucificado, lo que provocó que los Apóstoles tomaran el mando de los ejércitos y se alzaran contra la capital destruyéndolo todo a su paso.
Sobre las ruinas de la capital levantaron la tumba del Mesías y se reunieron en lo que sería recordado como el primer Concilio Santo donde decidieron dividir los territorios en Once Reinos Santos y se autoproclamaron dirigentes. Aplicando los principios doctrinales del cristianismo se prohibió el uso de lo sobrenatural y se cerraron las fronteras con las otras razas de Gaia.
Tras la muerte de los Apostoles originales, los Reinos Santos empezaron a distanciarse unos de los otros y acabaron en cuatro grandes bloques olvidando el objetivo con el que habían sido fundados. Pero no habían sido los únicos en fundar un reino.
Admin- Admin
-
Cantidad de envíos : 90
Edad : 41
Localización de Origen : Más allá de las Leyendas
Categoría : Dios Creador
Jugador : Mannaset
Fecha de inscripción : 03/09/2008
Re: Trasfondo de Gaïa
Rah Sith, el nieto de Iscariote, había creado una potencia el Imperio de Judas y se autoproclamó Señor de los Rechazados, reuniendo a todos aquellos que no cabían en el mundo. Tenía un ejército como el que no se había visto ni siquiera en la Guerra de la Oscuridad.
Su jugada maestra fue lograr atraer a la Emperatriz Duk'zarist con la falsa promesa de encontrar la cura para la alergia racial al hierro que sufría su especie, haciéndola prisionera en su fortaleza y obligando a los Duk'zarist a apoyarle.
En varias horas había fuerzas desplegadas por todas las costas del Mar Interior, y los Reinos Santos enzarzados en sus propios conflictos menores fueron incapaces de responder con rapidez. En tres ocasiones se intentó levantar un ejército para hacer frente a Rah pero en todas fracasaron.
Pronto Rah atacó también a las razas no humanas con mortal eficacia. Dándose cuenta del riesgo que corrían el emperador Taumiel de los Sylvain decidió a ofrecer su ayuda a los Reinos Santos pero la rechazaron.
Entonces surgió alguien que nos devolvió la esperanza. Zhorne Giovanni, el joven heredero de la estirpe de Pietro, se levantó contra Rah en los territorios conquistados. Zhorne se puso en contacto con Taumiel y aceptó la alianza de los elfos y los hombres, consiguiendo dar un vuelco a toda la guerra.
Cuando Rah se dio cuenta del peligro que suponía este joven dejó la Isla de Tol Rauko y partió junto a sus agentes a quien se llamó La Cofradía, quienes se plantaron ante una fuerza de más de cinco millones de hombres, Sylvain y otras razas capitaneadas por el Emperador Taumiel de los Sylvain.
Sus palabras se registraron en la historia: "Vosotros tenéis la culpa. Habéis producido vuestra propia caída. ¿No lo veis? Como borregos seguís fielmente los designios de un destino que no os pertenece. Ciegos y encadenados, incluso habéis olvidado lo que significa ser humanos. Preparaos. El mundo va a cambiar, aunque para eso debamos teñiro de sangre. Ha llegado la hora de que muera el Dios que, en nuestra arrogancia, hemos creado a nuestra imagen y semejanza. Con nuestras manos quebraremos los cielos"
A continuación ordenó a todas sus tropas retirarse mientras él y la Cofradía avanzaron en solitario contra los ejércitos de Taumiel, provocando una masacre en las tropas aliadas y haciendo que Taumiel ordenase la retirada.
Sólo Zhorne y sus ejércitos siguieron obteniendo victorias, y se hacía evidente que era la única persona capaz de hacer frente a Rah. Percibiendo la amenaza que el joven representaba para sus objetivos, el Señor de Judas ordenó a los miembros de la Cofradía encontrarle y destruirle a cualquier precio.
Finalmente Zhorne fue interceptado por Karla Edil Sith, la hija adoptiva de Rah, quien en el culmen del enfrentamiento invocó al Aeon Oscuro Tawil At-U'mr, El Señor de las Puertas, tratando de arrastrar a su adversario a la nada infinita. Pero en ese instante Keith Khaiel Sith, el Líder de la Cofradía e hijo de Rah, aprovechó la situación para tratar de acabar con ambos al unísono.
Con Zhorne desaparecido, la Alianza empezó a tambalearse y el Emperador Taumiel sólo pudo resistir levemente.
Cuando todos le creían ya muerto, Zhorne regresó para ponerse al frente de lo que quedaba de sus ejércitos y con sangre, sudor y lágrimas logró llegar hasta las llanuras de Términus, donde reunió a todas las fuerzas restantes de la alianza. Taumiel y el resto de líderes de los reinos y naciones de Gaia se congregaron ante su llamada, al igual que los dragones y otras bestias ancestrales.
Frente a ellos, el grueso de todas las fuerzas de Judas, el ejército más poderoso que había existido en la historia. La mayor batalla que jamás presenciaría el mundo estaba a punto de dar comienzo, una batalla en la que todos daban por segura la victoria de Rah.
Sin embargo algo ocurrió que nadie esperaba, los Duk'Zarist descubrieron el engaño y liberaron a su emperatriz, dejando a Rah en medio de la batalla y destrozando a quien se les ponía en el camino.
Haciendo acopio de fuerzas Zhorne se lanzó junto a sus tropas contra los ejércitos divididos de Rah. Lanzándose hacia el corazón del Mar Interior para acabar de una vez por todas con la raíz de la Guerra de Dios.
Rah comprendió que todo había llegado a su fin. Si no podía salvar el mundo, entonces lo destruiría. Antes de que Zhorne pudiera llegar hasta la fortaleza, Rah descendió hasta las entrañas de la tierra, donde puso en marcha la máquina que había estado construyendo. En el momento de su activación, una ola de poder sin igual asoló Gaia, creando una terrible distorsión que arrasó tanto el plano físico como el espiritual.
Rah, unido físicamente a la máquina durante su activación, fue barrido de la existencia, lo que marcó el final del conflicto que durante tres años había sumido a Gaia en la desesperación. Sin embargo, con cientos de millones de muertos y varias civilizaciones extintas, nadie podría atreverse a llamarlo victoria.
Dos continentes enteros desaparecieron, borrados por el poder que el Señor de Judas había desencadenado en su locura. Más de la mitad del mundo que conocíamos había dejado de existir...
Cuando meses después llegó a las ruinas de Arkángel, ordenó reconstruir la ciudad mientras partía de nuevo a tratar de llevar el orden a otras tierras. A cada territorio que incorporaba le otorgaba el título de Abel, y sin darse cuenta, creó las raíces del que sería el imperio más importante de Gaia.
Por desgracia, el odio y el temor demostraron estar demasiado arraigados, y multitud de conflictos estallaron haciendo muy complicada la convivencia.Así que Zhorne expulsó de sus tierras a todas las entidades que se encontró obligándolas a retirarse bajo la amenaza de ser exterminadas. Poco a poco, los seres místicos empezaron a desaparecer, ocultándose a los ojos de los mortales.
Desde entonces, el hombre comenzaría a olvidar progresivamente lo sobrenatural, considerando la magia y lo inexplicable como una sombra de un lejano pasado.
Y diez años después del final de la guerra, Zhorne regresó a Arkángel, donde tomó la que sería su decisión más importante el mismo día en el que contrajo matrimonio, Zhorne Giovanni fundó el Sacro Santo Imperio de Abel.
El Imperio nació con el objetivo de unificar Gaia bajo una sola bandera. Zhorne se autoproclamó líder espiritual e imperial, reuniendo en su persona el poder castrense y eclesiástico. Los territorios anexionados se convirtieron en principados. A continuación, Zhorne otorgó el título de Señores de la Guerra a sus cuatro generales más importantes, concediéndoles el control de los ejércitos de Abel y recontruyó la Iglesia en todo su esplendor poniendo al frente de la misma a un Sumo Arzobispo.
El Emperador instauró además dos de las organizaciones más importantes de hoy en día: La Inquisición, creada con la finalidad de acabar con los peligros sobrenaturales que se ocultaban entre los hombres, y los caballeros de Tol Rauko, cuya misión era proteger y conservar los conocimientos de eras pasadas.
Finalmente, tras décadas de continuas luchas, Zhorne regresó junto a su amada Emperatriz a descansar a su lado. Y fue así como, en el año trescientos cincuenta y cinco de nuestra era, al cumplir ciento cuarenta y nueve años, Zhorne Giovanni falleció como siempre había querido: plácidamente, en su cama.
Su jugada maestra fue lograr atraer a la Emperatriz Duk'zarist con la falsa promesa de encontrar la cura para la alergia racial al hierro que sufría su especie, haciéndola prisionera en su fortaleza y obligando a los Duk'zarist a apoyarle.
En varias horas había fuerzas desplegadas por todas las costas del Mar Interior, y los Reinos Santos enzarzados en sus propios conflictos menores fueron incapaces de responder con rapidez. En tres ocasiones se intentó levantar un ejército para hacer frente a Rah pero en todas fracasaron.
Pronto Rah atacó también a las razas no humanas con mortal eficacia. Dándose cuenta del riesgo que corrían el emperador Taumiel de los Sylvain decidió a ofrecer su ayuda a los Reinos Santos pero la rechazaron.
Entonces surgió alguien que nos devolvió la esperanza. Zhorne Giovanni, el joven heredero de la estirpe de Pietro, se levantó contra Rah en los territorios conquistados. Zhorne se puso en contacto con Taumiel y aceptó la alianza de los elfos y los hombres, consiguiendo dar un vuelco a toda la guerra.
Cuando Rah se dio cuenta del peligro que suponía este joven dejó la Isla de Tol Rauko y partió junto a sus agentes a quien se llamó La Cofradía, quienes se plantaron ante una fuerza de más de cinco millones de hombres, Sylvain y otras razas capitaneadas por el Emperador Taumiel de los Sylvain.
Sus palabras se registraron en la historia: "Vosotros tenéis la culpa. Habéis producido vuestra propia caída. ¿No lo veis? Como borregos seguís fielmente los designios de un destino que no os pertenece. Ciegos y encadenados, incluso habéis olvidado lo que significa ser humanos. Preparaos. El mundo va a cambiar, aunque para eso debamos teñiro de sangre. Ha llegado la hora de que muera el Dios que, en nuestra arrogancia, hemos creado a nuestra imagen y semejanza. Con nuestras manos quebraremos los cielos"
A continuación ordenó a todas sus tropas retirarse mientras él y la Cofradía avanzaron en solitario contra los ejércitos de Taumiel, provocando una masacre en las tropas aliadas y haciendo que Taumiel ordenase la retirada.
Sólo Zhorne y sus ejércitos siguieron obteniendo victorias, y se hacía evidente que era la única persona capaz de hacer frente a Rah. Percibiendo la amenaza que el joven representaba para sus objetivos, el Señor de Judas ordenó a los miembros de la Cofradía encontrarle y destruirle a cualquier precio.
Finalmente Zhorne fue interceptado por Karla Edil Sith, la hija adoptiva de Rah, quien en el culmen del enfrentamiento invocó al Aeon Oscuro Tawil At-U'mr, El Señor de las Puertas, tratando de arrastrar a su adversario a la nada infinita. Pero en ese instante Keith Khaiel Sith, el Líder de la Cofradía e hijo de Rah, aprovechó la situación para tratar de acabar con ambos al unísono.
Con Zhorne desaparecido, la Alianza empezó a tambalearse y el Emperador Taumiel sólo pudo resistir levemente.
Cuando todos le creían ya muerto, Zhorne regresó para ponerse al frente de lo que quedaba de sus ejércitos y con sangre, sudor y lágrimas logró llegar hasta las llanuras de Términus, donde reunió a todas las fuerzas restantes de la alianza. Taumiel y el resto de líderes de los reinos y naciones de Gaia se congregaron ante su llamada, al igual que los dragones y otras bestias ancestrales.
Frente a ellos, el grueso de todas las fuerzas de Judas, el ejército más poderoso que había existido en la historia. La mayor batalla que jamás presenciaría el mundo estaba a punto de dar comienzo, una batalla en la que todos daban por segura la victoria de Rah.
Sin embargo algo ocurrió que nadie esperaba, los Duk'Zarist descubrieron el engaño y liberaron a su emperatriz, dejando a Rah en medio de la batalla y destrozando a quien se les ponía en el camino.
Haciendo acopio de fuerzas Zhorne se lanzó junto a sus tropas contra los ejércitos divididos de Rah. Lanzándose hacia el corazón del Mar Interior para acabar de una vez por todas con la raíz de la Guerra de Dios.
Rah comprendió que todo había llegado a su fin. Si no podía salvar el mundo, entonces lo destruiría. Antes de que Zhorne pudiera llegar hasta la fortaleza, Rah descendió hasta las entrañas de la tierra, donde puso en marcha la máquina que había estado construyendo. En el momento de su activación, una ola de poder sin igual asoló Gaia, creando una terrible distorsión que arrasó tanto el plano físico como el espiritual.
Rah, unido físicamente a la máquina durante su activación, fue barrido de la existencia, lo que marcó el final del conflicto que durante tres años había sumido a Gaia en la desesperación. Sin embargo, con cientos de millones de muertos y varias civilizaciones extintas, nadie podría atreverse a llamarlo victoria.
Dos continentes enteros desaparecieron, borrados por el poder que el Señor de Judas había desencadenado en su locura. Más de la mitad del mundo que conocíamos había dejado de existir...
Cuando meses después llegó a las ruinas de Arkángel, ordenó reconstruir la ciudad mientras partía de nuevo a tratar de llevar el orden a otras tierras. A cada territorio que incorporaba le otorgaba el título de Abel, y sin darse cuenta, creó las raíces del que sería el imperio más importante de Gaia.
Por desgracia, el odio y el temor demostraron estar demasiado arraigados, y multitud de conflictos estallaron haciendo muy complicada la convivencia.Así que Zhorne expulsó de sus tierras a todas las entidades que se encontró obligándolas a retirarse bajo la amenaza de ser exterminadas. Poco a poco, los seres místicos empezaron a desaparecer, ocultándose a los ojos de los mortales.
Desde entonces, el hombre comenzaría a olvidar progresivamente lo sobrenatural, considerando la magia y lo inexplicable como una sombra de un lejano pasado.
Y diez años después del final de la guerra, Zhorne regresó a Arkángel, donde tomó la que sería su decisión más importante el mismo día en el que contrajo matrimonio, Zhorne Giovanni fundó el Sacro Santo Imperio de Abel.
El Imperio nació con el objetivo de unificar Gaia bajo una sola bandera. Zhorne se autoproclamó líder espiritual e imperial, reuniendo en su persona el poder castrense y eclesiástico. Los territorios anexionados se convirtieron en principados. A continuación, Zhorne otorgó el título de Señores de la Guerra a sus cuatro generales más importantes, concediéndoles el control de los ejércitos de Abel y recontruyó la Iglesia en todo su esplendor poniendo al frente de la misma a un Sumo Arzobispo.
El Emperador instauró además dos de las organizaciones más importantes de hoy en día: La Inquisición, creada con la finalidad de acabar con los peligros sobrenaturales que se ocultaban entre los hombres, y los caballeros de Tol Rauko, cuya misión era proteger y conservar los conocimientos de eras pasadas.
Finalmente, tras décadas de continuas luchas, Zhorne regresó junto a su amada Emperatriz a descansar a su lado. Y fue así como, en el año trescientos cincuenta y cinco de nuestra era, al cumplir ciento cuarenta y nueve años, Zhorne Giovanni falleció como siempre había querido: plácidamente, en su cama.
Admin- Admin
-
Cantidad de envíos : 90
Edad : 41
Localización de Origen : Más allá de las Leyendas
Categoría : Dios Creador
Jugador : Mannaset
Fecha de inscripción : 03/09/2008
Re: Trasfondo de Gaïa
A su muerte, el único hijo de Zhorne, Lázaro Giovanni, heredó la Corona de Abel y la pesada responsabilidad que conllevaba. El primer gran reto al que tuvo que enfrentarse fue la declaración de independencia que Lannet y Shivat proclamaron con motivo de la muerte del anterior Emperador. Lázaro creo el Alto Senado y mantuvo cohesionado el Imperio, además de instaurar las guerras arbitradas.
Y durante más de siete siglos la estirpe Giovanni gobernó en el Sacro Santo Imperio de Abel, pero sin embargo el ser humano parece destinado a repetir sus errores y tras ese tiempo de paz llegó de nuevo la inestabilidad.
Incluso antes de ser Emperador, Lascar Giovanni, e último miembro de la estirpe imperial, había demostrado una conducta muy distinta a la de sus antecesores. Cuando Lascar accedió al trono, ataviado con los poderes absolutos del Sacro Santo Emperador, trajo consigo una época de depravación y crueldad como nunca antes se había visto en el Imperio.
Sus acciones llegaron a alcanzar tal grado de inmoralidad y depravación que incluso los Señores de la Guerra le pidieron que se refrenara y cediese la corona a su hijo, apenas un niño.
Ante su negativa, el Señor de la Guerra Elías Barbados creyó necesario apartar a Lascar del poder a cualquier precio. Reunieron a sus mejores tropas de élite en Arkángel con la excusa de unos juegos de guerra y aprovechando que la mayor parte de las fuerzas de la Orden del Cielo, el ejército personal del Emperador, no estaban presentes, Elías se preparó para asaltar el castillo imperial y obligar a Lascar a abdicar a favor de su hijo.
Lascar supo desde el principio que resistirse sería inútil, así que esperó tranquilamente en el salón y ordenó llamar a su hijo y delante de todos, obligó al pequeño a ensartarle con el Legislador Imperial de Zhorne.
En el mismo instante en que la primera de gota de sangre tocó el suelo, el destino del pequeño como futuro Emperador quedó condenado, pues había cometido un pecado contra el Imperio.
Los mayores poderes de Gaia se dividieron en dos bandos, los que apoyaban que Lucanor subiera al trono y los que preferían una nueva dinastía en el poder. Fue el propio Lucanor quien lo resolvió declarando que no debía acceder al trono debidas las circunstancias.
Así fue como Elías Barbados, descendiente más directo al título, sería proclamado Sacro Santo Emperador gracias al apoyo de los restantes Señores de la Guerra y la Iglesia y envio a Lucanor hacia Lucrecio.
Por desgracia para Elías, sus éxitos en política no se vieron reflejados en lo personal, que estuvo plagada de continuas desgracias. La mayor y más terrible de todas fue la muerte de su esposa al traer al mundo a su hija Elisabetta.
Desgarrado por el dolor de la pérdida, el Emperador culpó de los ucedido a la pequeña y la apartó de su lado, dejándola al cuidado de los caballeros de la Orden del Cielo.
A la muerte de su amigo y mentor, el Sumo Arzobispo Augustus, Elías se encontró en la difícil situación de tener que elegir a un nuevo líder espiritual para la Iglesia. La decisión demostró ser mucho más complicada de lo que el Emperador pensó en un principio.
Finalmente se cruzó con una joven abadesa que cambiaría su vida. Su nombre era Eljared, y con sólo ventiséis años, había alcanzado el más alto grado que una mujer era capaz de lograr dentro de la estructura de la Iglesia y finalmente la nombró Sumo Arzobispo. Muchos fueron los principados que no estuvieron conformes, pero no pudieron contrariar los designios del trono de Abel sin un motivo mayor.
Una vez a la cabeza de la Iglesia, Eljared comenzó a acumular un increíble poder personal, mayor del que ningún Sumo Arzobispo había poseído jamás. Una vez con el poder absoluto empezó a actuar impunemente a lo largo y ancho de Gaia, tomando extrañas decisiones que muy pocos comprendieron.
El comportamiento de Eljared no pasó demasiado tiempo desapercibido para los principados cercanos al Imperio. La situación llegó a un punto crítico cuando Maximillian Hess, señor de Remo, acusó abiertamente de brujería y de tener subyugado al Emperador a Eljared.
Como respuesta, la Sumo Arzobispo ordenó arrasar por completo Remo y reducir a cenizas todo lo que se encontrase allí. El Señor de la Guerra Tadeus Van Horsman, amigo personal de Elías, se negó a llevar a cabo semejante orden y pidió a su señor que recapacitara, pero Eljared se limitó a sustituirlo por alguien que obedeciese sus designios. El principado quedó destruído.
En vísperas de fin de año, en mitad de una festividad teñida de tragedia, se desencadenaría la fatídica noche conocida como la Ruptura de los Cielos. Desde todos los lugares de Gaia, los agentes de la Sumo Arzobispo activaron una compleja estructura sobrenatural, que creó una alteración en la existencia que tenía como centro la propia ciudad de Arkángel. La tierra tembló, los océanos se oscurecieron y los cielos de Gaia se tornaron rojos como la sangre.
Los sucesos que acaecieron a continuación aún son inciertos. Oficialmente, fuerzas comandadas por el Señor de la Guerra Tadeus Van Horsman atacaron esa noche el Castillo del Ángel, tratando de detener la locura del Emperador. Sin embargo algunas fuentes indican que Tadeus no fue liberado hasta la mañana siguiente, haciendo inciertas las anteriores versiones.
En el punto álgido del ataque, la hija del Emperador se acercó a su padre para rogarle que detuviera esa locura, pero éste, completamente trastornado, trató de matarla acusándola de ser el germen de la triste situación que pasaba el Imperio. Viendo en peligro a la niña que él mismo había protegido durante años, Kisidian, uno de los más altos caballeros de la Orden del Cielo, se vio obligado a acabar con la vida de Elías.
Sólo minutos después, Eljared desapareció para siempre, tras aparecer por última vez sobre la torre del gran ángel guardián de la ciudad, con los brazos extendidos hacia el cielo sus últimas palabras resonaron por toda la ciudad: "¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre? Vosotros, que como niños pequeños habéis vagado en las tinieblas de vuestra propia historia, abrid los ojos. Está a punto de empezar. Presenciad cómo damos ese paso adelante. Al final, negar a Dios será la única forma de salvar el mundo."
Previendo la terrible situación de inestabilidad que se cernía sobre Gaia, la joven Elisabetta reclamó su derecho al trono y comenzó a trabajar duramente por mantenerlo estable.
Desgraciadamente, muchos de los principados que se habían declarado independientes meses atrás se negaron a aceptarla como gobernante, mientras que el antiguo Señor de la Guerra Matthew Gaul y algunos países ormaron la Alianza Azur, una fuerza de oposición que pretende algún día convertirse en la semilla de un nuevo imperio.
Sin saber por quién tomar partida, la Iglesia ha permanecido de momento como una facción neutral, proclamando por su cuenta un nuevo Sumo Arzobispo sin el beneplácito de la niña emperatriz.
Y ahora...
Ahora estamos a mediados del año novecientos ochenta y nueve. Han pasado seis meses desde la muerte de Elías y la tensión entre el Imperio, Alianza Azur e Iglesia no han hecho más que aumentar.
Con Abel fragmentado, la niña Emperatriz se esfuerza por mantener el control de sus restantes territorios para evitar que el mundo entero sea engullido por las llamas de la guerra, mientras otros países se preparan par conflictos inminentes.
Debido a la influencia de Eljared, la realidad ha sufrido una grave alteración y las fuerzas sobrenaturales son cada vez más intensas, mientras la membrana que separa el mundo real de la Vigilia es cada vez más fina.
Y en esta época de cambios, las fuerzas que permanecen ocultas a nuestros ojos han decidido volver a intervenir.
El príncipe Lucanor ha sorprendido al mundo recientemente con la creación de cuatro líneas de zepelines que cruzan toda Gaia, tras la misteriosa desaparición de La Dama, el primer zepelín de la historia.
El oscuro legado que ha sido dejado al hombre está a punto de dar fruto. Nada ha acabado. En el fondo, esta historia no ha hecho más que empezar.
Y durante más de siete siglos la estirpe Giovanni gobernó en el Sacro Santo Imperio de Abel, pero sin embargo el ser humano parece destinado a repetir sus errores y tras ese tiempo de paz llegó de nuevo la inestabilidad.
Incluso antes de ser Emperador, Lascar Giovanni, e último miembro de la estirpe imperial, había demostrado una conducta muy distinta a la de sus antecesores. Cuando Lascar accedió al trono, ataviado con los poderes absolutos del Sacro Santo Emperador, trajo consigo una época de depravación y crueldad como nunca antes se había visto en el Imperio.
Sus acciones llegaron a alcanzar tal grado de inmoralidad y depravación que incluso los Señores de la Guerra le pidieron que se refrenara y cediese la corona a su hijo, apenas un niño.
Ante su negativa, el Señor de la Guerra Elías Barbados creyó necesario apartar a Lascar del poder a cualquier precio. Reunieron a sus mejores tropas de élite en Arkángel con la excusa de unos juegos de guerra y aprovechando que la mayor parte de las fuerzas de la Orden del Cielo, el ejército personal del Emperador, no estaban presentes, Elías se preparó para asaltar el castillo imperial y obligar a Lascar a abdicar a favor de su hijo.
Lascar supo desde el principio que resistirse sería inútil, así que esperó tranquilamente en el salón y ordenó llamar a su hijo y delante de todos, obligó al pequeño a ensartarle con el Legislador Imperial de Zhorne.
En el mismo instante en que la primera de gota de sangre tocó el suelo, el destino del pequeño como futuro Emperador quedó condenado, pues había cometido un pecado contra el Imperio.
Los mayores poderes de Gaia se dividieron en dos bandos, los que apoyaban que Lucanor subiera al trono y los que preferían una nueva dinastía en el poder. Fue el propio Lucanor quien lo resolvió declarando que no debía acceder al trono debidas las circunstancias.
Así fue como Elías Barbados, descendiente más directo al título, sería proclamado Sacro Santo Emperador gracias al apoyo de los restantes Señores de la Guerra y la Iglesia y envio a Lucanor hacia Lucrecio.
Por desgracia para Elías, sus éxitos en política no se vieron reflejados en lo personal, que estuvo plagada de continuas desgracias. La mayor y más terrible de todas fue la muerte de su esposa al traer al mundo a su hija Elisabetta.
Desgarrado por el dolor de la pérdida, el Emperador culpó de los ucedido a la pequeña y la apartó de su lado, dejándola al cuidado de los caballeros de la Orden del Cielo.
A la muerte de su amigo y mentor, el Sumo Arzobispo Augustus, Elías se encontró en la difícil situación de tener que elegir a un nuevo líder espiritual para la Iglesia. La decisión demostró ser mucho más complicada de lo que el Emperador pensó en un principio.
Finalmente se cruzó con una joven abadesa que cambiaría su vida. Su nombre era Eljared, y con sólo ventiséis años, había alcanzado el más alto grado que una mujer era capaz de lograr dentro de la estructura de la Iglesia y finalmente la nombró Sumo Arzobispo. Muchos fueron los principados que no estuvieron conformes, pero no pudieron contrariar los designios del trono de Abel sin un motivo mayor.
Una vez a la cabeza de la Iglesia, Eljared comenzó a acumular un increíble poder personal, mayor del que ningún Sumo Arzobispo había poseído jamás. Una vez con el poder absoluto empezó a actuar impunemente a lo largo y ancho de Gaia, tomando extrañas decisiones que muy pocos comprendieron.
El comportamiento de Eljared no pasó demasiado tiempo desapercibido para los principados cercanos al Imperio. La situación llegó a un punto crítico cuando Maximillian Hess, señor de Remo, acusó abiertamente de brujería y de tener subyugado al Emperador a Eljared.
Como respuesta, la Sumo Arzobispo ordenó arrasar por completo Remo y reducir a cenizas todo lo que se encontrase allí. El Señor de la Guerra Tadeus Van Horsman, amigo personal de Elías, se negó a llevar a cabo semejante orden y pidió a su señor que recapacitara, pero Eljared se limitó a sustituirlo por alguien que obedeciese sus designios. El principado quedó destruído.
En vísperas de fin de año, en mitad de una festividad teñida de tragedia, se desencadenaría la fatídica noche conocida como la Ruptura de los Cielos. Desde todos los lugares de Gaia, los agentes de la Sumo Arzobispo activaron una compleja estructura sobrenatural, que creó una alteración en la existencia que tenía como centro la propia ciudad de Arkángel. La tierra tembló, los océanos se oscurecieron y los cielos de Gaia se tornaron rojos como la sangre.
Los sucesos que acaecieron a continuación aún son inciertos. Oficialmente, fuerzas comandadas por el Señor de la Guerra Tadeus Van Horsman atacaron esa noche el Castillo del Ángel, tratando de detener la locura del Emperador. Sin embargo algunas fuentes indican que Tadeus no fue liberado hasta la mañana siguiente, haciendo inciertas las anteriores versiones.
En el punto álgido del ataque, la hija del Emperador se acercó a su padre para rogarle que detuviera esa locura, pero éste, completamente trastornado, trató de matarla acusándola de ser el germen de la triste situación que pasaba el Imperio. Viendo en peligro a la niña que él mismo había protegido durante años, Kisidian, uno de los más altos caballeros de la Orden del Cielo, se vio obligado a acabar con la vida de Elías.
Sólo minutos después, Eljared desapareció para siempre, tras aparecer por última vez sobre la torre del gran ángel guardián de la ciudad, con los brazos extendidos hacia el cielo sus últimas palabras resonaron por toda la ciudad: "¿Es el hombre sólo un fallo de Dios, o Dios sólo un fallo del hombre? Vosotros, que como niños pequeños habéis vagado en las tinieblas de vuestra propia historia, abrid los ojos. Está a punto de empezar. Presenciad cómo damos ese paso adelante. Al final, negar a Dios será la única forma de salvar el mundo."
Previendo la terrible situación de inestabilidad que se cernía sobre Gaia, la joven Elisabetta reclamó su derecho al trono y comenzó a trabajar duramente por mantenerlo estable.
Desgraciadamente, muchos de los principados que se habían declarado independientes meses atrás se negaron a aceptarla como gobernante, mientras que el antiguo Señor de la Guerra Matthew Gaul y algunos países ormaron la Alianza Azur, una fuerza de oposición que pretende algún día convertirse en la semilla de un nuevo imperio.
Sin saber por quién tomar partida, la Iglesia ha permanecido de momento como una facción neutral, proclamando por su cuenta un nuevo Sumo Arzobispo sin el beneplácito de la niña emperatriz.
Y ahora...
Ahora estamos a mediados del año novecientos ochenta y nueve. Han pasado seis meses desde la muerte de Elías y la tensión entre el Imperio, Alianza Azur e Iglesia no han hecho más que aumentar.
Con Abel fragmentado, la niña Emperatriz se esfuerza por mantener el control de sus restantes territorios para evitar que el mundo entero sea engullido por las llamas de la guerra, mientras otros países se preparan par conflictos inminentes.
Debido a la influencia de Eljared, la realidad ha sufrido una grave alteración y las fuerzas sobrenaturales son cada vez más intensas, mientras la membrana que separa el mundo real de la Vigilia es cada vez más fina.
Y en esta época de cambios, las fuerzas que permanecen ocultas a nuestros ojos han decidido volver a intervenir.
El príncipe Lucanor ha sorprendido al mundo recientemente con la creación de cuatro líneas de zepelines que cruzan toda Gaia, tras la misteriosa desaparición de La Dama, el primer zepelín de la historia.
El oscuro legado que ha sido dejado al hombre está a punto de dar fruto. Nada ha acabado. En el fondo, esta historia no ha hecho más que empezar.
Admin- Admin
-
Cantidad de envíos : 90
Edad : 41
Localización de Origen : Más allá de las Leyendas
Categoría : Dios Creador
Jugador : Mannaset
Fecha de inscripción : 03/09/2008
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.